La pasión en el trabajo es algo que contagia. Definitivamente aquel que da un 120% de su energía, que está atento a las oportunidades, que aporta constructivamente, que trabaja siempre en equipo y que nunca se olvida de compartir los logros es digno de destacar.

No es habitual toparse con estos apasionados. Muchas veces, erróneamente, son tildados de naif, de figurones o hasta de tener demasiado puesta la camiseta de la empresa. Acá está el problema: confundir compromiso y motivación con satisfacción con el trabajo. En este sentido creo que está claro que el nivel de satisfacción, el hecho de sentirse reconocido, de estar conforme con las condiciones laborales, suma y ayuda nivel general de apasionamiento ( si se me permite usar este término). Nunca voy a olvidar a un compañero mío de trabajo que tenía una oficina fea, con poca ventilación y espacio. No era el gerente mejor remunerado y tenía que pelear mucho los ascensos y mejoras suyas y de su equipo. Pero era quien siempre ayudaba para que todos pudieran tener su minuto de gloria, alentaba y enseñaba a los que recién ingresaban a la compañía. Era el compañero ideal porque esto lo acompañaba de un gran conocimiento, experiencia y generosidad.

La capacidad de convertir lo ordinario en extraordinario, tal como afirma Mark Sanborn, en su libro El Factor Fred, es lo que evidentemente lo diferenciaba de todo el resto. Ahora, muchos años después de esta experiencia, extraño ese sentimiento y me queda claro que el verdadero desafío es que todos podamos llegar a ser en algún momento capaces de hacer que cada cosa que hagamos sea extraordinariamente inolvidable.

4 comentarios:

Maria dijo...

Pasion, compromiso, energía, son pilares para desarrollar el potencial de una persona.
Esto se tiene que equilibrar con colaboración, cooperación y respeto; como mostras de tu compañero.
Yo creo que uno grupo sin el otro genera el justo equilibro para poder contribuir y dejar una huella en cada acto que emprendemos-
Hacer cada cosa al 100%, entregando lo mejor de uno en cada instante.. independientemente del resultado.. Dejar de estar atentos a los resultados y concentrarse en el proceso de lo que hacemos con pasión... Si lo logramos seguramente la satisfacción será inmensa...

Gracias por esta publicación!

Fernanda dijo...

A veces cuesta no dejarse ganar por el desánimo generalizado o las bajezas de los que están siempre al acecho. Lo importante es abstraerse y no desviarse del buen camino

pronumis dijo...

En mi experiencia profesional, he llegado a entender que la verdadera pasión por el trabajo, debe apuntalarse constantemente desde la empresa.
Sin políticas para motivar al personal y con prácticas extendidas de miserabilidad patronal, es muy difícil que sobreviva ninguna pasión y menos que se lleve adelante los colores de una camiseta que se entiende como extraña.

Anónimo dijo...

Felicitaciones por el blog...Ayer domingo un amigo, muy católico él, me hablaba sobre el pasaje bíblico en el que Juan (el Evangelista) y Andrés, el hermano de Simón-Pedro, le van a decir a éste que habían encontrado al Mesías. Le habían preguntado a Jesús donde vivía y El los invita a pasar el día. Mi amigo reflexionaba en que el encuentro con Jesús, con lo Divino, con lo trascendente, se había producido para Juan y Andrés viviendo lo cotidiano. Imaginé que el pensamiento pueda trasladarse a nuestra lo cotidiano de nuestro trabajo. No necesariamente para que nos volvamos místicos o religiosos, sino que para nos auto-planteemos motivaciones en medio de la rutina y las cosas que no nos gustan en cada trabajo, o ante la falta de motivaciones exteriores. No es fácil. Pero es posible...creo.
Adelante Fernanda!!!


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